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“Si me das, yo también te doy”

  • Foto del escritor: Marta Madina
    Marta Madina
  • 18 ene 2024
  • 2 Min. de lectura

Siempre nos han enseñado desde pequeños la importancia de dar a los demás, de ser generosos, de compartir, pero no nos han dicho que tan importante como dar, es recibir, o, mejor dicho, saber recibir.


El dar y recibir es un binomio que encontramos en perfecto equilibrio en la naturaleza. Solo hace falta sentarse y observar. Las plantas reciben la lluvia, el sol, el oxígeno, y, llegado el momento, comparten sus frutos, su aroma, sus colores, sus formas, con el resto de los seres vivos.


Y si en lugar de mirar fuera, miramos dentro de nosotros, también descubriremos que se produce un constante baile entre el dar y el recibir en todas y cada de las células de nuestro cuerpo, y también entre nuestros órganos, tejidos, músculos y huesos. Respiramos y recibimos el aire, exhalamos y expulsamos el aire que ya no necesitamos.


Pero donde mejor se ve la manera como damos y recibimos es en el ámbito relacional. Es decir, en nuestras relaciones, sean de pareja, amistad, laborales, familiares o de otro tipo.

Observa cómo responderías a estas preguntas:

  • ¿Prefieres dar o recibir?

  • ¿Cómo te sientes cuando das y no recibes?

  • ¿Dónde te colocas cuando das? ¿Tiendes a pensar que lo que tú ofreces siempre es mejor, más caro, de mejor calidad?

  • ¿Cómo valoras lo que recibes? ¿Tiendes a pensar que lo que recibes es siempre de inferior calidad que lo que tú darías? ¿Aprecias el esfuerzo, el detalle, el gesto de quien da, al margen de lo que dé?

  • ¿Solo das cuando alguien te ha regalado algo, o lo haces por iniciativo propia?

  • ¿Tiendes a devolver rápidamente el gesto cuando alguien te da algo, o por el contrario, no te preocupa?


Cada una de estas preguntas nos colocan en un sitio diferente, dependiendo de cómo nos relacionemos con el dar y el recibir.


Cuando nos cuesta recibir, en lo más profundo estamos diciendo no a esa relación, porque no dejamos que crezca mediante el intercambio, sea de objetos materiales, gestos, favores, detalles, palabras, etc..


Cuando recibimos con cierto desdén, y en lo más profundo no valoramos lo recibido, porque creemos que no es de calidad, porque no nos gusta, o porque no lo necesitamos, en el fondo también estamos rechazando el amor que esa persona ha puesto en el gesto de dar, con todo lo que ello implica: dedicación, tiempo, esfuerzo, pensamientos, afecto, etc… Y nos estaremos colocando por encima, creyendo que nosotros somos mejores que el otro.


Decir de manera continua NO a lo que los demás nos ofrecen, es la vía más rápida de acabar con esa relación, porque solo el intercambio equilibrado entre el dar y recibir permite que las relaciones prosperen y crezcan.


Finalmente, me gustaría establecer una distinción entre recibir y tomar. Puedo recibir algo pero no tomarlo en lo más profundo de mi corazón, porque no lo acepto. Tomar no es solo recibir, tomar es asentir a lo recibido con un compromiso, valorando lo que se nos da y sintiendo gratitud. Tomar es un intercambio activo y comprometido. Cuando tomamos, nos nutrimos, y cuando damos, nutrimos al otro. Así la relación se enriquece, crece y florece.

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