Qué hago cuando no puedo salir de ese bucle de pensamientos que me machacan?
- Marta Madina
- 8 feb 2024
- 2 Min. de lectura

Cada día tenemos entre 60.000 y 70.000 pensamientos que llegan a nuestra mente. Y la mayoría, son los mismos que tuvimos ayer, y antes de ayer, y la semana pasada. Tanto es así, que probablemente estos pensamientos no hayan cambiado en años.
¿Somos conscientes de cada uno de estos pensamientos? No. Sin embargo, de vez en cuando sí tenemos la sensación de que algunos de estos pensamientos nos acechan, nos acosan, nos asaltan y no nos sueltan por más desagradables que sean. Es más, cuanto más incómodos, más parecen aferrarse a nuestra cabeza y mayor es la sensación de entrar en un remolino del que nos resultad difícil salir, y, cuando lo hacemos, es de puro cansancio. Porque nuestro cuerpo, agotado, se ha rendido.
¿Cómo me deshago de esos pensamientos recurrentes? ¿Qué los origina? ¿Los tenemos todos? ¿Son malos para mi salud?
Está claro que todo el mundo hemos caído en algún momento en ese bucle interminable de ideas o pensamientos, y todos tienen un factor en común: no son positivos, se viven con desagrado, incomodidad, y nos dejan agotados y exhaustos, sin llegar a ninguna solución aparente.
Cuando decimos que esos pensamientos son desagradables es porque van asociados a emociones que vivimos como negativas: sean el miedo, la angustia, el enojo o la preocupación. Y, cuanto más rumiamos los pensamientos, más se enquistan esas emociones en nuestro cuerpo. Y si estamos en el miedo o en la angustia, la energía que genera esa emoción específica reclama pensamientos en su misma línea para que perdure. De modo que, a mayor angustia, más pensamientos angustiosos acuden a nuestra mente. Y ya se originó el bucle en el que damos vuelta y vueltas sin parar.

¿Cómo salimos de esta rueda? Primero, haciéndonos conscientes de que somos el hámster que corre dentro de ella sin parar. Cuando te observas desde fuera, se crea un primer espacio, mínimo, para que puedas salir de esa rueda giratoria, y observarte, y decir: Mira, esa soy yo, una loca corriendo y generando más pensamientos de los que, justamente se quiere deshacer. Esa persona cada vez más angustiada, más preocupada, soy yo, y, mientras siga corriendo, está claro que nada va a cambiar.
Respiras, te haces consciente, te observas desde fuera, y desde ahí puedes comenzar a preguntarte: qué ha provocado este pensamiento en primera instancia, cuál ha sido el disparador, qué me estoy diciendo a mí misma para que ese pensamiento perdure, en lo más profundo qué necesito, qué busco, qué me gustaría expresar para que esto cambie.
En la medida que te respondas a estas preguntas, estarás en un lugar diferente: habrás salido de la rueda, creando un espacio para el diálogo contigo misma, para la auto observación, para escuchar a tu cuerpo, para darte lo que necesitas en este instante…
Volveremos sobre este tema, porque son muchas las capas que podemos ir desplegando, viendo y descubriendo. De momento, prueba a poner en práctica este primer paso. Y me cuentas.
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